

(Papaver rhoeas)
Las semillas de amapola son una gran fuente de calcio y poseen un alto contenido en vitamina A con efecto antioxidante y hierro.
Las semillas de amapola se utilizan desde hace al menos 5000 años como condimento en la cocina. Desde dulces y pasteles o para dar sabor al pan, las semillas de amapola son apreciadas por su sabor intenso y crujiente que recuerda un poco a nueces.
Son un fruto negro y pequeño que se encuentra en cada una de las flores. Son la forma que tiene esta planta de reproducirse, pero también se ha utilizado en la medicina natural desde la antigüedad.
Las semillas de amapola, y todas las semillas en general, tienen un a característica en común, y es que constituyen un alimento fácil de ingerir y de asimilar por el organismo, lo que las convierte en un bocado práctico y sencillo, pues detrás de ese aspecto insignificante esconden un sinfín de beneficios para el organismo que no debemos pasar por alto.
Constituyen una importante medicina natural, debido al papel que tienen como calmante nervioso del organismo. Tiene un efecto potente, y por ello se utilizan habitualmente para lograr calmar nuestros nervios y conseguir una total relajación del sistema nervioso. Por este motivo su uso es muy recomendado en épocas de tos nerviosa, asma, espasmos, situaciones de estrés… Es por esto que a las semillas de amapola se les considera un sedante natural.
Su uso es recomendable en estados de estrés que se manifiestan de forma somática. Es importante que tengamos en cuenta que no es bueno un abuso a la hora de ingerir estas semillas, ya que al tratarse de un sedante no es demasiado recomendable excedernos. Aunque si en vez de ingerir las semillas de forma directa optamos por la infusión, el impacto es mucho menor, aunque afecta a las mismas partes del organismo, pues crudas o en infusión, las semillas de amapola son un buen remedio para los nervios.
No resultan recomendables para niños ni embarazadas.
Referencias específicas