

Cebolla en escamas
La cebolla deshidratada, al cortarse en finas tiras y someterse al proceso de deshidratación, gana una textura crujiente muy atractiva y pierde el picor característico de la cebolla fresca. Esto la convierte en una opción perfecta para quienes buscan suavizar el sabor de la cebolla en sus platos sin perder su esencia. Además, esa textura crujiente añade un contraste interesante en ensaladas, pastas o como topping en sopas y guisos. A diferencia de la cebolla fresca, su sabor es más sutil, lo que permite usarla en más preparaciones sin sobrecargar el plato con el típico sabor intenso de la cebolla cruda.
A la hora de cocinar con cebolla deshidratada, es importante recordar que al haber perdido su humedad, se comporta de manera diferente frente al calor. No es recomendable freírla directamente en aceite caliente, ya que se quemará rápidamente. En su lugar, puedes incorporarla al final del proceso de cocción o rehidratarla ligeramente antes de usarla. Un buen ejemplo es en la tortilla de patata: puedes sumergirla en el huevo batido o añadirla junto a las patatas cuando ya estén casi fritas, logrando un resultado personalizado según prefieras una cebolla más tierna o con un toque crujiente.